Hoy el hombre no solo vive más. Vive mejor. La edad de jubilación dejó de ser un final, para convertirse en un nuevo comienzo.
Muchos hombres redescubren pasiones, se animan a estudiar, emprenden, viajan o simplemente se dedican a disfrutar. Pero esa etapa que promete ser de plenitud, muchas veces se ve ensombrecida por un enemigo silencioso y común: la próstata.
A partir de los 60 años, el crecimiento benigno de la próstata —conocido como hiperplasia prostática benigna (HPB)— afecta a la mayoría de los hombres. Es tan predecible como las canas. Pero no por eso menos incapacitante.
Dificultad para orinar, urgencia, levantarse varias veces a la noche, pérdida de fuerza, molestias sexuales. La calidad de vida se erosiona en silencio. Y lo peor: muchos lo naturalizan. Como si fuera normal vivir con una sonda, depender del baño o evitar salidas por miedo.
La buena noticia es que eso ya no tiene por qué ser así. Hoy la tecnología cambió las reglas del juego. La cirugía láser de última generación permite tratar el agrandamiento prostático de manera eficaz, definitiva y sin el trauma de las cirugías convencionales. Y en muchos casos, sin afectar la eyaculación ni la potencia.
Más del 80 % de los hombres retrasan el tratamiento quirúrgico por miedo a las sondas, a la hospitalización o a perder su función sexual. Pero con el láser, esos miedos ya no tienen razón de ser.
La cirugía láser permite resolver el problema en pocas horas, con mínima invasividad, y volver a la vida normal rápidamente. En nuestra experiencia, los pacientes mejoran el flujo urinario desde el primer día, recuperan el descanso nocturno, y lo más importante: recuperan su libertad.
Estamos frente a un verdadero cambio de paradigma en el tratamiento de la próstata.
Ya no se trata de resignarse o postergar. Se trata de actuar a tiempo, con tecnología de precisión, para disfrutar plenamente de esta nueva etapa de la vida.
Porque ser feliz a los 60´ no es un secreto. Es una decisión.
Y empieza por dejar de normalizar el malestar.