Día a día vemos cómo hombres —y también sus familias— reciben un valor elevado de PSA (Antígeno Prostático Específico) en un análisis de rutina. Lo primero que aparece es una tormenta de preguntas: “¿Tengo cáncer?” “¿Me van a operar?” “¿Voy a perder mi potencia?” “¿Qué hago ahora?”… preguntas que muchas veces se potencian por la búsqueda de respuesta en lugares equivocados (Google, amigos, vecinos). La incertidumbre en este punto no es solo emocional, sino informativa.
La prueba de PSA o Antígeno Prostático Específico es una herramienta útil para la detección temprana de condiciones prostáticas incluyendo cáncer de próstata.
El PSA no es sinónimo de cáncer, pero tampoco puede ignorarse. Es un faro: puede estar marcando una inflamación benigna, una hiperplasia, o una lesión maligna que aún no se manifestó. El problema es que, durante décadas, ese faro alumbró con poca nitidez. Y por miedo a lo que podía haber, se actuaba a ciegas.
El camino habitual era repetir el análisis, probar antibióticos sin diagnóstico claro, indicar “medicamentos para la próstata” o, finalmente, hacer una biopsia de próstata transrectal a ciegas. Una técnica que, en hasta 75 % de los casos, no detecta cáncer clínicamente significativo. Peor aún: un 30 % de los tumores agresivos pueden pasar inadvertidos con este método.
Eso significa diagnósticos erróneos. Tratamientos innecesarios. O más grave: tratamientos que llegan tarde.
Pero hoy el escenario cambió. Gracias a la resonancia multiparamétrica de próstata y a la tecnología de fusión con ecografía 3D, podemos ver con precisión el nódulo sospechoso antes de biopsiar.
La tecnología ha migrado hacia la precisión. Por primera vez en la historia podemos ver el nódulo sospechoso en un ecógrafo 3D de alta calidad y localizarlo; para poder diagnosticarlo con una biopsia y/o tratarlo en el caso de un tumor de bajo grado con terapia focal con láser. Este nuevo enfoque —biopsia por fusión de imágenes, Koelis Trinity— duplica la tasa de detección de cáncer clínicamente significativo, llegando a una rentabilidad diagnóstica del 96 %; impensado en otros tiempos.
Y reduce a la mitad los diagnósticos de cánceres insignificantes que antes solo generaban más angustia y sobretratamiento.
Porque los problemas de próstata no se previenen, se detectan a tiempo.
Y para eso, necesitamos cambiar el paradigma del diagnóstico.
La medicina del futuro no es la que trata más. Es la que trata mejor. Y eso empieza con un diagnóstico claro, preciso y humano.