Hombres que llegan preocupados después de un llamado. Un familiar que busca el estudio y no sabe que decir. Un hijo angustiado porque al enterarse de la situación le viene a la mente el sufrimiento de su abuelo que pasó por lo mismo. “Doctor, me tengo alto el PSA… y ahora qué hago”. Algunos vienen con miedo. Otros están enojados. Muchos confundidos. Y casi todos con la misma sensación: incertidumbre. Porque cuando no sabés qué significa lo que te pasa, lo que más pesa no es el resultado, es la angustia hasta el diagnóstico.
Cada semana, veo hombres que llegan con la misma pregunta clavada en la mirada: ¿tengo cáncer? La pregunta no siempre se dice en voz alta, pero está ahí. Empezó con un análisis de sangre de rutina. Un valor de PSA (Antígeno Prostático Específico) fuera del rango esperado. Y, de golpe, cambió todo.
Esa cifra, a veces 4.5, otras 6, a veces 10 o más, dispara una secuencia de dudas, miedo y consultas cruzadas. Primero se googlea. Después se le pregunta a un amigo. Después a un médico. Y la duda aumenta.
Entonces empecemos por lo básico: el PSA no es cáncer. Es una señal. Algo pasa en la próstata pero no sabemos qué. Puede ser un agrandamiento benigno (HPB). Una infección. Una inflamación. O sí, puede ser un tumor. Lo que no puede hacerse es ignorarlo.
¿Qué nos dice realmente el PSA?
El PSA es una proteína que produce la próstata. Todos los hombres la tienen en sangre. Pero cuando sube, nos obliga a mirar más de cerca.
Durante años, el protocolo era repetir el análisis. A veces, recetar antibióticos y/o antiinflamatorio para reducir el valor (calmabamos el síntoma, pero no sabíamos la causa). Lo asumíamos como “benigno” sin un diagnostico histológico, con graves consecuencias si no era así. O finalmente hacíamos una biopsia de próstata al azar por vía transrectal con el paciente despierto. Sin imagen. Sin precisión. Esa técnica, que todavía se usa en muchos lugares, tiene un problema enorme: falla en el diagnóstico. Y mucho.
Todos conocemos hombres con múltiples biopsias de próstata convencional y PSA que sigue elevándose. Esto es porque hasta un 75 % de las biopsias por punción aleatoria no detectan cáncer significativo. Y peor: un 30 % de los cánceres agresivos pueden pasarse por alto. Es decir, se hacía el procedimiento, pero el resultado no era confiable. Eso llevaba a repetir estudios, a vivir con la duda o, peor, a confiarse cuando no debía (falsos negativos).
El cambio que necesitábamos. La evolución hacia la precisión.
La resonancia de próstata fue el primer gran avance. Nos permitió ver. Identificar con claridad las zonas sospechosas. Y, sobre todo, diferenciar qué necesitaba intervención y qué no. Tal es así que inicialmente se realizaba en hombres con biopsias convencionales transrectales negativas y persistencia de signos de sospecha de malignidad en la próstata. Y con el tiempo se volvió un estudio de rutina ante un PSA alterado.
Después vino la fusión de imágenes, la precisión. Lo que antes era una intuición, hoy es un sistema de navegación. Con Koelis Trinity, un software que combina la resonancia con la ecografía 3D en tiempo real, podemos llegar al área exacta. Y tomar muestras por vía transperineal, a través de la piel, sin pasar por el recto. Por primera vez en la historia se puede ver en la próstata el área sospechosa a biopsiar.
Este método duplica la tasa de detección de cáncer de próstata clínicamente relevante: 93 % de eficacia diagnostica. Y casi elimina el riesgo de infecciones: < de 0,5 %. Lo hacemos con sedoanalgesia, sin dolor, sin molestias, y en menos de una hora. Con precisión milimétrica: < de 2,3 mm. No es ciencia ficción. Es lo que hacemos todos los días.
El impacto positivo en los hombres.
La incertidumbre es agotadora. Vivir con un PSA elevado, sin diagnóstico claro, paraliza. Postergás cosas. Evitás hablar. Dormís mal. A veces no decidís nada, y eso también es una decisión.
Pero cuando uno sabe qué tiene, puede actuar. Y muchas veces, eso significa no hacer nada. O hacer controles. O tratar una inflamación. Pero lo sabés. Y cuando hay que tratar, se trata. A tiempo. Con claridad. Con opciones.
La medicina del futuro no es la que te opera más rápido. Es la que sabe cuándo hace falta y cuándo no. La que distingue. Y todo eso empieza con un buen diagnóstico.
No es solo un número. Un PSA elevado no debería asustarte. Debería impulsarte a tomar decisiones. A no repetir lo que hacíamos antes. A no aceptar diagnósticos a ciegas. A no dejar tu salud en manos del azar.



